Peregrinar es ir en busca de Dios, salir en comunidad y gozar de la compañía de los otros y sus circunstancias. Es buscarse a si mismo y conocer culturas. Es aprender.
Pero peregrinar ante todo es aumentar la fe, ampliar nuestra mente y alejarnos de las distracciones cotidianas que nos alejan de lo verdaderamente importante para cada uno.
Jerusalén es el corazón de la Tierra Santa, la síntesis de la acción de Dios por el bien de toda la humanidad. Así lo explica Juan Pablo II con palabras llenas de emoción: “¡Cuántos recuerdos, cuántas imágenes, cuánta pasión y qué gran misterio encierra la palabra “Jerusalén”! Para nosotros, los cristianos, representa el punto geográfico de la unión de Dios con los hombres, de la eternidad y la historia”. Pero para hacer una peregrinación a Tierra Santa hay que ponerse en camino y hacer del viaje físico un “camino del alma” y caminar sobre esta tierra con el corazón, el alma y la mente en escucha para llegar a un encuentro:
Recorrer y terminar el Camino es una gran experiencia que te permite encontrarte a ti mismo. Ejercicio diario durante semanas, solo, acompañado, conociendo a gente nueva, y sin las distracciones de la vida diaria, permiten reflexionar y poner cada cosa en su sitio. El Camino de Santiago fue declarado el primer itinerario cultural de Europa. A lo largo de todas sus ramificaciones, uno encuentra miles de edificaciones de gran valor. El Camino te permite disfrutar de cientos de tesoros artísticos al ritmo personal de cada uno. Sin olvidarnos de la cultura gastronómica que puedes disfrutar a lo largo de todo el viaje.
Uno de los principales destinos es sin duda la Ciudad del Vaticano. Uno de las elecciones más populares del mundo para llevar a cabo sus viajes espirituales. En el corazón de Roma, la Santa Sede atrae a millones de personas cada año que visitan su catedral y admiran el arte del que está impregnada. Poder admirar la Basílica y la Plaza de San Pedro y la Capilla Sixtina ya es motivo suficiente para visitar esta ciudad-estado. Un viaje en el que poder pasear por sus magníficos museos y jardines y hacer uno de esos viajes que hay que hacer por lo menos una vez en la vida.
Peregrinar al Santuario de Lourdes es una experiencia inolvidable. En este sagrado lugar ubicado en los Altos Pirineos franceses se congrega gente de los cinco continentes animados por la devoción a la Virgen María. Personas de diferentes procedencias, culturas, lenguas, edades y creencias que recorren el camino hasta la Gruta de Massabielle y tocan la roca. Rezan y renuevan su fe en la Virgen, conocen los lugares donde vivió Bernadette y rememoran los hechos acaecidos en 1858. Todo ello responde al llamado “Mensaje de Lourdes”. Lugar cosmopolita y universal, el Santuario de Lourdes es actualmente el primer destino de peregrinación mariana del mundo.